Yonathan Amador Gomez

Caminos jazzeros de Michoacán

Vale la pena destacar del libro de Héctor Peña la profusa y rigurosa investigación que contiene, no sólo documental, sino de entrevistas y testimonios.

Echar un vistazo al pasado puede resultar una travesía arriesgada y de largo aliento. Como humanidad tenemos una imperiosa necesidad, desde nuestro presente, acercarnos a nuestro pasado, quizá porque “la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado”, como argumenta el historiador Marc Bloch.

Y en la búsqueda de esa comprensión del presente del jazz mexicano, Alain Derbez y Antonio Malacara son dos figuras que con sus libros, han aportado sobremanera. A este esfuerzo se han sumado recientemente dos libros importantes, que se centran en la historia del género en dos estados particulares. Me refiero a Los desafíos del jazz en Jalisco de Natalie Braux y La Ruta del Jazz. Itinerario del Jazz en Michoacán durante el Siglo XX de Héctor Peña.

Lo primero que vale la pena destacar del libro de Héctor Peña es la profusa y rigurosa investigación que contiene, no sólo documental, sino de entrevistas, testimonios, así como los 3 años que invirtió; además tuvo la fortuna de encontrarse en su investigación con fuentes iconográficas que le ayudaron a encaminar su proyecto.

La Ruta del Jazz. Itinerario del jazz en Michoacán durante el Siglo XX, es proyecto de largo aliento en dos tomos, apoyado por Jazztival, el festival de jazz más importante de Michoacán, así como por su fundador el jazzista Juan Alzate, quien también de manera personal impulsó a Héctor en este que es su proyecto de tesis de licenciatura.

La historia que nos cuenta Héctor Peña, en 4 capítulos, inicia a finales del siglo XIX y recorre la línea del tiempo hasta llegar prácticamente a nuestros días, en 2003.

La anécdota de la Banda de Música del 8° Regimiento de Caballería, dirigida por Encarnación Payén y Nabor Vázquez, da el banderazo de salida al primer capítulo ¿De Nueva Orleans a Morelia? o ¿De Morelia a Nueva Orleans? Esta banda de música, que posteriormente sería la Banda del Estado Mayor, se presentó en 1885 en Nueva Orleans en el marco de la exposición del Azúcar y el Algodón, incluso se habla de la deserción de dos de sus integrantes, Florenzo Ramos y Lorenzo Tío, quienes se habrían quedado en la ciudad para seguir con sus actividades musicales, con gran impacto en la escena.

De las grandes orquestas, a los pequeños combos de jazz es el título del segundo capítulo del primer tomo del  libro, en donde Héctor Peña hurga en la formación de las primeras bandas y combos de jazz dentro de Michoacán a mediados del siglo XX. Ahí saltan los nombres de Salvador Próspero, originario de Michoacán y Guillermo Gil, del Estado de México y quien aparece en una foto de 1928 con el grupo Jazzer’s Boys.

Héctor Peña entrelaza de manera muy sencilla y documental la relación entre la presencia de empresas estadounidenses en la región del bajío y Michoacán, tanto en la construcción de presas u operación de compañías, con la difusión y presencia del jazz. La fotografía en cuestión ㅡque es el registro fotográfico más antiguo del jazz en el estadoㅡ, fue tomada en Tepuxtepec al parecer durante la inauguración de la presa que se ubica en los límites de Michoacán, Estado de México, Querétaro y Guanajuato.

La capacidad de Héctor Peña de concatenar los procesos históricos que detonaron el desarrollo del jazz en Michoacán son de resaltar y admirar. “Un fenómeno histórico nunca puede ser explicado en su totalidad fuera del estudio de su momento”, decía Marc Bloch y eso es lo que consigue Héctor en “La Ruta del Jazz. Itinerario del Jazz en Michoacán durante el Siglo XX”: mostrar la importancia de la transferencia cultural en la primera mitad del siglo XX, producto de las migraciones.

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