La última vez que conversé con él se encontraba girando por Europa, una estancia relativamente breve que terminó en Canadá. Ahora, con cinco años en Calgary, el pianista, jazzista y músico, Esteban Herrera, comienza a echar raíces en el país de la hoja de maple y nos reencontramos a la distancia, con disco nuevo y con la gran noticia de una nominación a los Premios Juno.
Hace unos años, cuando salió el disco Origen ─segundo álbum de Esteban, en donde reinterpreta temas clásicos del jazz─, escribí para la Revista Variopinto que se colocaba como un destacado pianista y jazzista, “con una propuesta cuya calidad debe ser escuchada más allá de nuestras fronteras”. Y afortunadamente no me equivoqué.
En su estancia en la Ciudad de México, Esteban Herrera mantuvo un intenso trabajo; junto con su trío formado por Chuck Rodríguez y Jorge Servín grabó cuatro discos: Estrella, Origen, Fantasma, Hogar y Transparente, éste último en colaboración con Iraida Noriega. Además, grabó a dueto con Hernán Hecht, Sueños, un disco de improvisación en donde Esteban encontró al mejor cómplice para poder expresar todas sus emociones.
Los procesos creativos en Esteban usualmente se han detonado a partir de pérdidas; momentos oscuros que transforma en música. En Fantasma, disco doble, está presente la figura de su abuela que no conoció; en Hogar, la dolorosa pérdida de su mamá que lo dejó en “shock por un año” y en la que reconoce que “hasta cierto punto sentó una orfandad real, que devino en una libertad increíble y eso yo lo describo como el último regalo que me dio mi mamá”.
En su más reciente material el detonante de su música volvió a ser la tristeza y la nostalgia por un fallecimiento. The Prophet es el nombre del disco y es la manera en la que llamaban a su tío ─una persona muy cercana a él─, que murió a finales del 2020 y a quien está dedicado el álbum.
The Prophet es un disco largo, 11 temas y hora y media de música, pero a pesar de eso fluye entre las improvisaciones y las líneas melódicas que va construyendo Esteban. Además, es un disco con dos aspectos inéditos en su trayectoria, por un lado por primera vez emplea un quinteto y por otro, explora los sonidos del jazz afrocaribeño.
Si bien en sus primeros 6 discos Esteban había hecho suyo un estilo muy particular de jazz contemporáneo, fue a su llegada a Canadá que comenzó a explorar la salsa y los sonidos afrolatinos. El resultado son composiciones que tienen el alma latin en donde el característico estilo de Esteban Herrera en el piano y la improvisación se hacen presentes, generando una extraña pero buena sensación de un jazz contemporáneo afrocaribeño.
Auspiciado por una beca del Calgary Arts Development, entró al estudio acompañado de los canadienses André Wickenheiser (trompeta), Mark DeJong (sax); y los venezolanos Luis Tovar (percusiones), y Daniel Nava (bajo), con quienes ya tocaba en el Betty Lou’s Library y cuyo aporte a los temas de Esteban es fantástico.
A inicios de marzo, mientras Esteban trabajaba en la composición de una ópera para una escuela de niños, recibió la llamada de su amigo y dueño de Chronograph Records, Kody Huchitson, para avisarle que en la tele estaba apareciendo su nominación al Premio Juno ─el similar de los Grammy en Canadá─, en la categoría Jazz Album of the Year en grupo. Con esta nominación, Esteban Herrera se convierte en el primer jazzista y el segundo mexicano, después de Kike Escamilla, en estar nominado a estos premios musicales canadienses a lo mejor de la música.
El 15 de mayo sabremos el futuro de esa nominación, pero sin importar qée pase con el Juno Award, Esteban ya ha encontrado en Canadá la llave para acceder a becas y el equilibrio emocional para continuar desarrollando su música y sus proyectos, que ya comienzan a acumularse.