Las estrictas medidas de mitigación y contención del COVID-19 están generando que Nueva Zelanda pague lo que los médicos se refieren como ‘deuda de inmunidad’.
De acuerdo con el diario The Guardian, los hospitales del país experimentan una situación en la que las salas están inundadas por bebés con un virus respiratorio potencialmente mortal para ellos. En los adultos, por lo general, solo produce síntomas muy leves.
La capital Wellington registra 46 menores de edad que padecen enfermedades respiratorias, entre ellas el virus sincitial respiratorio, también conocido como RSV. Algunos son bebés y varios de ellos reciben oxígeno.
El brote actual ya está afectando a otros nosocomios del país, el medio señala que en el hospital Middlemore en Auckland, una sala de juegos se ha convertido en un espacio clínico con 11 cunas para bebés de cuidados especiales.
Además, las autoridades posponen cirugías para desviar recursos hacia las salas de niños.
Pero, ¿qué es la ‘deuda de inmunidad’?
Especialistas se refieren a un fenómeno en donde las personas no desarrollan inmunidad a otros virus, esto debido a que han sido suprimidos por los cierres de COVID, lo que hace que los casos exploten más adelante.
Un estudio publicado en Science Direct señala que “la falta de estimulación inmunológica debido a la circulación reducida de agentes microbianos y la reducción de la absorción de vacunas relacionada indujo una “deuda de inmunidad” que podría tener consecuencias negativas cuando la pandemia está bajo control”.
De esta forma, la disminución de la exposición viral conduce a un riesgo de rebote de enfermedades prevenibles por vacunación, tales como: bronquiolitis, varicela, sarampión, tos ferina, enfermedades invasivas neumocócicas y meningocócicas.
En ese sentido, medidas como los encierros, el lavado constante de manos, el distanciamiento social y las mascarillas, todas ellas adoptadas en mayor medida durante la pandemia, omiten la propagación de otras enfermedades que se transmiten de manera similar, tales como la gripe común.