La versión de coronavirus que se ha vuelto la más dominante en Estados Unidos pertenece a la familia ómicron, pero los científicos aseguran que se propaga más rápido que sus predecesoras, es capaz de eludir a la inmunidad y posiblemente puede causar un cuadro más grave.
¿Por qué? Porque combina propiedades tanto de ómicron como de delta, la mutación más dominante en el país a mediados del año pasado.
Un rasgo genético que evoca al pasado de la pandemia, conocido como una “mutación delta” parece permitirle al virus “eludir la inmunidad preexistente por vacunación y por infecciones previas, en particular si uno se contagió durante la oleada de ómicron”, dijo el doctor Wesley Long, patólogo en el hospital Houston Methodist, en Texas. Eso se debe a que la variante ómicron original que arrasó por el mundo no tenía la mutación.
La “subvariante” de ómicron que gana terreno en Estados Unidos, conocida como BA.2.1.2.1 y responsable del 58 por ciento de los casos de COVID-19 en el país la semana pasada, no es la única afectada por la mutación delta. El cambio genético también se encuentra presente en otros miembros de la familia ómicron, conocidas como BA.4 y BA.5, que dominan en conjunto las infecciones en Sudáfrica. Ellas tienen exactamente la misma mutación que delta, mientras que la BA.2.1.2.1 tiene una que es prácticamente idéntica.
El cambio genético es una mala noticia para las personas que enfermaron con la variante ómicron original y pensaban que con ello sería poco probable que pronto enfermaran nuevamente de COVID-19. Aunque la mayoría de las personas no tienen la certeza de qué variante causó su enfermedad, la ómicron original causó una inmensa oleada de infecciones a finales del año pasado y a principios de 2022.
Long señala que los datos de laboratorio indican que una infección previa con la variante ómicron original no ofrece una gran protección contra una reinfección con las nuevas subvariantes, aunque el verdadero riesgo de enfermar, sin importar de qué variante se trate, es único en función de cada persona y situación.
Sin embargo, aquellos que enfermaron previamente con la variante delta podrían tener protección adicional contra las nuevas mutaciones. Un estudio de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio que fue difundido antes de ser revisado por otros científicos, reveló que los pacientes de COVID en cuidados intensivos por infecciones de delta generaron anticuerpos que neutralizaban de mejor forma las nuevas mutaciones en comparación con los pacientes que enfermaron con la variante ómicron original.
“Los anticuerpos de la infección por ómicron no parecen brindar buena protección contra las subvariantes, en comparación con delta”, dijo el doctor Shan-Lu Liu, autor del estudio y codirector del programa de virus y patógenos emergentes en la universidad.
Pero Liu recalcó que el nivel de protección que brinda una infección por delta depende en parte hace cuánto tiempo enfermó el paciente. Eso se debe a que la inmunidad se reduce con el paso del tiempo.
Las personas que enfermaron con la variante delta no deberían considerarse invulnerables a las nuevas variantes, en especial si no están vacunadas, comentó Long. “Diría que no hay nadie a salvo”.
¿La buena noticia? Las dosis de refuerzo pueden ofrecer una sólida protección contra las nuevas mutaciones, destacó Liu. En general, las vacunas e infecciones previas pueden proteger a las personas de las peores consecuencias de COVID-19. Los científicos aseguran que a estas alturas aún no se tiene certeza de si la nueva mutación que avanza en Estados Unidos provocará un aumento significativo de casos, hospitalizaciones y muertes.
Los científicos aún intentan determinar que tan virulentas son estas nuevas versiones. Long dijo que no ha visto algo que le responda esa pregunta, pero Liu señaló que hay nuevos datos que apuntan hacia una enfermedad más grave. Liu declaró que las subvariantes tienen propiedades que indican que se transmiten con mayor eficiencia de célula a célula.
El virus “simplemente se esconde en la célula y se propaga mediante contacto de célula a célula”, dijo Liu. “Eso es más aterrador porque el virus no sale para que el anticuerpo pueda trabajar”.
El doctor Eric Topol, director del Scripps Research Translational Institute, señaló que las nuevas mutaciones ciertamente no lucen menos virulentas que las versiones previas de ómicron, y que en los próximos meses “quedará claro” si son más o menos virulentas.
En tanto, los científicos esperan que las nuevas versiones se propaguen rápidamente, ya que son más contagiosas que sus predecesoras.
Aunque el uso de pruebas diagnósticas caseras complica llevar un registro de todos los casos de COVID en Estados Unidos, datos de la Universidad Johns Hopkins muestran que hay un promedio de cerca de 107 mil infecciones diarias, un incremento respecto a las 87.000 de hace dos semanas. Y el número de pacientes que ingresan a hospitales por COVID-19 ha ido en aumento desde mediados de abril, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
“Tengo esperanza de no ver un aumento de hospitalizaciones como en oleadas previas”, dijo Long. “Pero con el COVID, cada vez que hay muchas personas infectadas, es cuestión de números. Algunos de esos casos serán graves. Algunas de esas personas necesitarán ser hospitalizadas. Algunas de ellas, desafortunadamente, morirán”.