En los últimos años, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) de todo el mundo han visto señales preocupantes de un retroceso en el progreso contra la malaria, la tuberculosis y el VIH, que además se agravó por la pandemia de COVID-19 y las dificultades económicas.
Si los países donantes quieren ayudar a vencer estas enfermedades mortales, deberán demostrar su compromiso incrementando sus promesas en la próxima ronda de reposición del Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (Fondo Mundial).
Los 18 mil millones de dólares estadounidenses solicitados por el Fondo Mundial son el mínimo indispensable de lo que se necesita. De hecho, esta cantidad dejaría un déficit financiero sin fondos más amplia que antes, en lugar de proporcionar los medios para volver a poner en marcha la lucha contra estas enfermedades. Cualquier monto inferior a los 18 mil millones de dólares conllevará serios problemas para millones de personas que viven y mueren a causa de estas tres enfermedades.
Nuestros equipos en Médicos Sin Fronteras son testigos de las consecuencias del déficit de financiación para nuestros y nuestras pacientes. Y el momento de actuar es ahora.
Cerrando las brechas: Las pandemias olvidadas de VIH, Tuberculosis y Malaria
La gravedad de la situación actual no debería sorprendernos. En 2019, Médicos Sin Fronteras publicamos un informe en el que advertíamos que la respuesta al VIH y la TB se había estancado, en gran parte porque el mundo era demasiado optimista sobre qué parte del financiamiento de los programas para combatir las enfermedades podría ser asumida por los países de ingresos bajos y medios.
Una nueva evaluación realizada por nuestros equipos en 2022 muestra cómo la pandemia de COVID-19 y las crisis económicas y sociales concurrentes han exacerbado los problemas existentes relacionados con el VIH, la tuberculosis y la malaria. Desafortunadamente, las consecuencias para las personas que viven con las tres enfermedades son dramáticas.
La lucha contra la tuberculosis, el VIH y la malaria está retrocediendo
Los nuevos contagios y las muertes por tuberculosis (TB) muestran claramente que se han revertido los avances logrados en años anteriores. Actualmente mueren 1,3 millones de personas por la tuberculosis, la misma cantidad de personas que morían en 2017. Y se estima que 10 millones de personas se infectan con la enfermedad cada año.
Además, menos personas con formas resistentes a los medicamentos de la enfermedad están recibiendo tratamiento ahora en comparación con las cifras de 2019-2020, con una caída del 19 % para la TB multirresistente, una caída del 37 % para la TB extremadamente resistente a los medicamentos y una caída del 16 por ciento para las personas coinfectadas con VIH y tuberculosis.
En lugar de cumplir el objetivo de 2020 de reducir el número de nuevas infecciones de TB en todo el mundo en un 20 por ciento en comparación con las cifras de 2015; varios países, como Guinea, Sudán del Sur y Mozambique, han visto aumentos en el número de infecciones. Tampoco se ha alcanzado el objetivo de 2020 de reducir las muertes por TB en el mundo.
Es una situación similar con el VIH: el número de personas que se hacen la prueba para diagnosticar la enfermedad se ha reducido en un 22 por ciento, mientras que los servicios de prevención se han reducido en un 11 por ciento entre 2019 y 2020. Alrededor de 9,5 millones de personas que viven con el VIH aún no reciben tratamiento, mientras que cerca de un tercio de quienes buscan comenzar el tratamiento ya muestran signos de enfermedad avanzada por VIH, lo que les coloca en alto riesgo de muerte inminente.
Durante la pandemia de COVID-19, un gran número de personas que vivían con VIH interrumpieron su tratamiento; y necesitan reiniciarlo urgentemente si quieren evitar el deslizamiento hacia el SIDA y una muerte prematura.
El número de personas que enferman de malaria ha retrocedido a los niveles de 2015 (59 por cada mil personas en riesgo). La cantidad de personas que mueren de malaria aumentó un 12 por ciento con respecto a las cifras de 2019; con 627 mil muertes.
Los países deben cerrar la (enorme) brecha
Se estima que para el periodo 2024-26 se necesitan $130 mil millones de dólares para combatir el VIH, la tuberculosis y la malaria. Con el Fondo Mundial aportando el 14 por ciento de ese presupuesto (suponiendo que se recauden 18 mil millones de dólares) y otros fondos externos aportando otro 19 por ciento, la financiación nacional debería representar el 45 por ciento. Esto deja una enorme brecha del 22por ciento.
Pero actualmente parece muy poco probable que se movilice suficiente financiación nacional para cubrir el 45 por ciento de los 130 mil millones de dólares. Con expectativas demasiado optimistas para el financiamiento interno, podemos esperar una brecha real que sea mucho mayor que el 22 por ciento pronosticado.
La pregunta clave es si la conferencia de reposición del Fondo Mundial del 18 y 19 de septiembre tendrá éxito en la movilización de los fondos necesarios y si los países aumentarán sus compromisos en al menos un 30 por ciento con respecto a los compromisos anteriores. Estados Unidos y Japón ya han hecho algunos compromisos firmes, pero otros países nos mantienen en suspenso sobre si se comprometerán, cuándo lo harán y por qué cantidad.
Un déficit de donantes europeos, en particular, tendría un efecto doblemente negativo, ya que reduciría proporcionalmente el compromiso de Estados Unidos, que está limitado a un máximo de un tercio del monto total.
Es importante recordar que los $18 mil millones solicitados por la reposición del Fondo Mundial son un mínimo absoluto y deberán complementarse con otros fondos internacionales. A nivel de país, se deberá dar prioridad a cubrir las carencias existentes y futuras.
Muchos donantes internacionales se han retirado de la financiación bilateral de programas contra el VIH, la tuberculosis y la malaria; para complementar las contribuciones de los países al Fondo Mundial, los donantes deben volver a comprometerse o correrán el riesgo de ver cómo se deshacen todos los avances logrados.