La seria preocupación por el cambio climático que ha ocurrido en la Tierra en las últimas décadas, así como la incertidumbre de lo que sucederá nuestro planeta en un futuro, con respecto al medio ambiente, puede tener impacto en la salud mental de algunas personas y provocar la llamada ecoansiedad.
La ecoansiedad se define como “el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”, señala la American Psychology Association.
Este trastorno puede provocar distintas emociones en aquellos que la sufren, que son en su mayoría jóvenes, señaló el profesor de la Faculta de Psicología, Javier Urbina Soria.
“La ansiedad es uno de los ejemplos o una de las emociones que dispara la cuestión ambiental. La depresión es el elemento más profundo que puede incluir o no a la ansiedad, pero que también puede ser inducida por las condiciones ambientales. La lista de posibles efectos psicológicos es amplia. Puede ser enojo, la propia desesperanza, la ira, estrés postraumático, la depresión, abuso de sustancias, agresión, violencia interpersonal, entre otras”, comentó a UNAM Global.
Además, explicó como algunos climas extremos, como el calor, pueden llevar a cuestiones agresivas e incluso a disputas comunitarias, “como estuvo ocurriendo recientemente en Nuevo León, con la falta de agua. Los efectos psicológicos dentro de la persona y entre las personas, pueden ser muchísimos a causa de factores ambientales”.
La eco ansiedad ‘pega más duro’ a los jóvenes
“Afecta mucho a los jóvenes porque tienen muchas décadas por delante para vivir. Y piensan que van a vivir en un entorno, en un ambiente muy deteriorado, que les estamos dejando los adultos y los adultos mayores. Digamos que ya aprovechamos el planeta, pero los jóvenes van a vivir en el planeta durante varias décadas todavía y el reclamo es ¿qué mundo nos están dejando? Nos están entregando un planeta muy deteriorado”, dijo Urbina al portal de la UNAM.
De hecho, hace un año, The Lancet en su reporte ‘Climate anxiety in children and young people and their beliefs about government responses to climate change: a global survey’ realizó una encuesta donde participaron 10 mil personas entre seis y 25 años de diez países distintos y los resultados fueron los siguientes:
- El 59 por ciento está muy o extremadamente preocupado por el cambio climático.
- Más de un 50 por ciento siente: tristeza, ansiedad, enfado, culpa, impotencia.
- Más del 45 por ciento aseguró que sus sentimientos ante esta crisis afectan negativamente a su vida y funcionamiento diarios.
El experto estima que el número de afectados por la ecoansiedad puede crecer en los próximos años; sin embargo, señaló que dichos efectos pueden contrarrestarse buscando la parte positiva ante la adversidad, así como emplear acciones para cuidar el planeta.
“Creo que podríamos aplicar tres puntos que en psicología nos dan solución. Uno; si algo te está preocupando, lo primero que tienes que hacer es conocer lo necesario sobre ello. Dos; tú ya sabes que está el problema, pero ahora que ya lo conoces un poquito más, te afecta. Y tres; no solo debes saber y sentirte afectado, sino hacer algo. Promover que algo cambie para que estemos mejor. Esto se puede aplicar para las personas que tienen eco ansiedad”, comentó el investigador.
Aunque actualmente no se contempla como un problema de salud pública, Urbina señaló que la ecoansiedad es un problema que a futuro tendrá grandes consecuencias y que “puede llegar a ser un motivo de consulta psicológica fuerte”.