Salud

¿Qué es el litio medicinal y para qué enfermedades mentales se usa?

El litio tiene diversas aplicaciones y usos, entre los que destaca el área médica.

El litio tiene diversos usos, también en el área médica. (Bloomberg) (Bloomberg)

Aunque suene raro y hasta equivocado, el litio (sí, el mismo que nacionalizó el presidente Andrés Manuel López Obrador), tiene diversas aplicaciones y usos, entre los que destaca el área médica.

En medicina, el litio se puede utilizar para tratar o prevenir enfermedades o trastornos como los siguientes:

  • Episodios de de manía (estado de ánimo de anormal excitación o exaltación)
  • Episodios en personas con trastorno bipolar (trastorno que causa episodios de depresión y cambio de estado de ánimo anormales)

Así, el litio pertenece a una clase de medicamentos llamados agentes antimaníacos, que se utilizan para lograr disminuir la actividad anormal en el cerebro de ciertos pacientes.

En ese mismo ámbito, el litio puede utilizarse también para tratar la depresión, la esquizofrenia, trastornos del control de los impulsos y ciertas enfermedades mentales en niños.


¿Qué personas no pueden tomar litio como tratamiento?

Además de que el litio puede generar alergia en ciertas personas, las indicaciones médicas señalan que este producto no puede ser utilizado por personas que padezcan o hayan padecido de los siguientes malestares:

  • Problemas respiratorios
  • Parecimientos cardiacos
  • Problemas renales
  • Padecimientos de tiroides
  • Desmayos
  • Convulsiones
  • Antecedentes familiares de muerte en menores de 45 años

¿Qué efectos secundarios causa el litio?

El litio puede ocasionar efectos secundarios en ciertos pacientes, que van desde ligeros hasta serios que pueden requerir ayuda médica; estos son algunos de ellos:

  • Sed o boca seca
  • Pérdida del apetito
  • Dificultad para respirar
  • Dolor de estómago
  • Indigestión
  • Ganancia o pérdida de peso
  • Acné o erupciones cutáneas
  • Perdida de cabello
  • Depresión
  • Dolor articular o muscular
  • Palidez
  • Cansancio o debilidad inusual
  • Movimientos lentos y espasmódicos
  • Desmayos
  • Convulsiones
  • Mareos o aturdimiento
  • Latidos cardíacos rápidos, lentos o irregulares
  • Opresión en el pecho
  • Confusión o delirios
  • Alucinaciones visuales o auditivas
  • Hinchazón en pies, tobillos o parte inferior del cuerpo, en cualquier parte de las piernas

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