¿Consumes linaza como parte de tu dieta? Si no lo haces, tal vez cambies de opinión al conocer los beneficios que puede traer a tu salud mezclar esta semilla con cereales, yogur, licuados o en recetas como muffins o pan.
Se vende entera o molida –sus granos son color marrón o amarillo–, por lo que puedes echar a andar tu imaginación para agregarla a tus alimentos, aunque se recomienda la que se comercializa en polvo al ser la más fácil de digerir. Es importante que la acompañes de suficiente agua.
Aunque uno de sus usos más populares es para mantener un peso saludable o bajar algunos kilos, su alto contenido de fibra, vitaminas, minerales y ácidos grasos omega-3 pueden hacer otros cambios en tu cuerpo.
Beneficios y usos de la linaza
El sitio especializado Mayo Clinic remite a estudios de efectividad de la linaza para mejorar la salud digestiva, aunque también es buena para combatir el estreñimiento.
Heathline añade su efecto para reducir el hambre y calmar el apetito, ya que cuando se ralentiza la digestión aumenta la sensación de saciedad.
Otra de sus ventajas es para reducir el colesterol y regular los niveles de azúcar en la sangre cuando la fibra soluble absorbe agua en los intestinos. Previene la resistencia a la insulina, razón por la que útil para pacientes que padecen diabetes tipo 2.
Evita mayores riesgos de contraer una enfermedad cardiaca y disminuye los niveles de presión arterial, por lo que es buena para la salud del corazón. En un estudio en animales se encontró que gracias al ácido alfa-linolénico (ALA) hay un menor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular.
Es rica en tiamina, una vitamina B que forma parte del metabolismo energético y la función celular. El cobre ayuda al desarrollo del cerebro, la salud inmunológica y el metabolismo del hierro.
Sin embargo, aunque se ha investigado su participación contra el cáncer debido a sus lígnanos (que se han relacionado con apoyar a la enfermedad de mama, colorrectal, piel, sangre y pulmón), aún se necesita más información al respecto. Consumirla en exceso podría derivar en gases, hinchazón e incluso reacciones alérgicas tanto a las semillas como al aceite.