El Tecnológico de Monterrey se convirtió en semillero de empresas tecnológicas que dejaron atrás el diseño básico de aplicaciones y voltearon a ver el desarrollo de tecnología de alto impacto, a través de proyectos que incluyen robots que permiten que niños autistas se adapten a la sociedad, sillas de ruedas autónomas y exoesqueletos robóticos que permitirían que una persona pueda volver a caminar.
"Este proyecto lo iniciamos hace tres años, porque estábamos convencidos de que transformar rápidamente la economía es hacer que la ciencia y la tecnología lleguen al mercado. Lo que hemos estado haciendo es crear modelos para hacer eso. Buscar la identificación de tecnologías, cómo generar prototipos funcionales, cómo ayudar a los alumnos a que finalmente creen de manera rápida sus empresas de base tecnológica", comentó Arturo Molina, vicerrector de Investigación del Tecnológico de Monterrey.
Daniel Moska, director del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera, explicó que el Instituto se planteó como objetivo crear empresas bajo tres ejes: la investigación, innovación y el emprendimiento.
"Son proyectos que te llevan más tiempo que un proyecto convencional, pero es la apuesta para capturar empresas de mucho más valor", apuntó Moska.
Silvia Patricia Mora, directora de la red nacional de Oficinas de Transferencia de Tecnología, destacó el papel pionero del Tecnológico de Monterrey en la formación de empresas de base tecnológica.
"Algo en lo que creo que el Tecnológico es pionero y líder es en que cultivó un ecosistema que no existía. Y en el ecosistema de emprendimiento están los parques tecnológicos, las incubadoras, los mentores, las aceleradoras", consideró Mora.
Dentro de los proyectos desarrollados por el Tecnológico de Monterrey están un robot para atender a niños con autismo y una silla de ruedas autónoma que se encuentran bajo la dirección del investigador de dicho instituto, Pedro Ponce.
La silla de ruedas integra sensores que detectan obstáculos y por medio de reglas de inteligencia artificial puede tomar decisiones para evadirlos. También integra interfaces que permiten a los usuarios con diferentes discapacidades poder interactuar con la silla.
Por otra parte, el objetivo del robot que interactúa con niños autistas es que funcione como otro niño con el que puedan jugar, que no se canse, que no se enoje y que no los abandone.
El robot integra sensores en su cuerpo para que cuando el niño se le acerque pueda especificar cuál es la distancia correcta para interactuar, además brinda la posibilidad de señalar cuando el niño está aplicando mayor fuerza sobre éste y mediante cámaras en los ojos busca desarrollar la habilidad de dirigir la vista directa a los niños.
Otro proyecto es el que dirige Ernesto Rodríguez, que consiste en exoesqueletos robóticos con el objetivo de mejorar la calidad de vida de personas que padecen algún tipo de discapacidad, así como la reducción o pérdida de movilidad. El dispositivo será controlado vía señales neuronales e incorporará tecnologías como la realidad aumentada para desplegar escenarios tridimensionales ligados a las rutinas.