Los Cabos. En los últimos años las grandes propiedades hoteleras de Cabo San Lucas también están abriendo sus puertas del lado del Océano Pacífico y ya no sólo en la costa del Mar de Cortés.
Allí están Quivira y en su interior está en construcción el St.Regis; adelante Rancho San Lucas, el Hard Rock Hotel y, por supuesto, el Hotel Nobu.
Su inauguración se llevó a cabo durante el Festival de Cine de Los Cabos en 2019, cuando sólo Gates se imaginaba la novela de terror de la pandemia; Robert De Niro, socio del chef japonés Nobuyuki Matsuhisa, llegó a Cabo San Lucas con un doble propósito y el otro fue presentar su película El Irlandés.
El Nobu ha ido ganando prestigio con una fórmula que incluye una ubicación espectacular; una decoración elegante, limpia, sofisticada pero de líneas y acabados simples y una gastronomía basada en los productos de alta calidad ejecutada con el talento con el que Nobu ha conquistado a los comensales más exigentes.
El “sentido de llegada” al hotel Nobu se da en dos pasos, el primero cuando el visistante va por la carretera San Lucas-Todos Santos y da vuelta rumbo al Océano Pacífico, para encontrarse con un camino de terracería, una zona de edificios para trabajadores y luego mucha tierra hasta la entrada del hotel.
El segundo se da cuando el valet recoge el auto y unas esculturas abstractas de piedra, un espejo de agua y el azul infinito del Océano se juntan para darle la bienvenida a a este resort que le rinde tributo al hedonismo.
El steakhouse
Si un hotel se llama Nobu y tiene en su interior un restaurante Nobu con todos sus platillos insignia como el atún toro con caviar, el sashimi de pescado blanco con ponzu y chile serrano y el bacalao negro con miso, es difícil que otro establecimiento culinario destaque.
Una tarea que se ha impuesto Ardea, un steakhouse que ofrece algunos de los cortes y tipos de carne más sofisticados y onerosos, como el wagyú A5 japonés, cuyo precio es de cuatro mil pesos por 115 gramos y el New York Prime madurado en seco por 28 días, que por mil 180 pesos, parece incluso una bagatela contra el primero.
Ardea ofrece también pizzas y uno horno de leña para cocimiento lento de carnes como el pato confitado o la costilla con hueso braseada.
En temporada hay trufa negra, el más apreciado y aromático de los hongos que finamente rebanado encima de una pasta, convierte un platillo del diario en una obra de arte gastronómica.
Los cocteles son otras de las especialidad de este restaurante, que ofrece una alternativa importante a la celebrada cocina japonesa de Matsuhisa.
Y precisamente la gastronomía, es el único elemento que reconoce el hecho de que éste es el primer hotel de la cadena que se encuentra en México; pues su restaurante Pacífico basa su menú en la comida de nuestro país.
Un ceviche de xoconostle; una tlayuda de ribe eye; un chamorro de cerdo estilo cochinita pibil y una tamal vegano de yaca, son algunos ejemplos de que en este hotel, que tiene como principal público a los viajeros californianos, hay un esfuerzo por adentrarse en la gastronomía mexicana.
Los Cabos y Todos Santos han cobrado relevancia debido al cultivo de vegetales orgánicos, que se encuentran entre los mejores del noroeste de México.
No es extraño que en Nobu haya una sucursal de Malibu Farm, el famoso restaurante californiano de la chef Helene Henderson que completa la oferta culinaria, con sus smoothies, tostadas, sandwiches y ensaladas.
Sofisticación japonesa
Pero Nobu es un icono y no sólo los huéspedes del hotel van a cenar al menos una vez durante su estancia, sino que los locales y los huéspedes de otros hoteles no dudan en recorrer varios kilómetros, a veces en un Porsche o en un Ferrari, para probar sus afamados platillos.
Los atardeceres del lado del Pacífico son los más dramáticos de la Península y desde la terraza del restaurante se pueden apreciar en toda su grandeza.