Sueltas el taco, la cara se pone roja, empiezas a sudar, exhalas como si tuvieras fuego en la boca, si alcanzas a hablar dices tu sentencia: “pica, pica”.
De acuerdo con datos del 2020 de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), cada mexicano consume 18 kilos de chile al año, es decir, cerca de 1.5 kilos al mes.
En un artículo firmado por José Luis Velasco Bolom, Ana Estela Pérez Mejía y Ramón Garduño Juárez, investigadores del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, se explica que este ingrediente era consumido con frecuencia en Mesoamérica, donde algunos habitantes prehispánicos pensaban que era afrodisiaco y lo relacionaban con Tlazoltéotl (deidad de la lujuria); también era empleado como castigo o arma militar, ya que al quemarse libera un gas asfixiante.
El serrano es el chile fresco de mayor consumo en el país, mientras que el más picoso en este territorio es el habanero, con Denominación de Origen en la península de Yucatán; sin embargo, el más bravo del mundo está en Estados Unidos, es el Carolina Reaper.
Una vez que ya se cometió la locura de incendiar la boca con el sabor picante del chile, hay varios remedios que circulan en las mesas: comer sal, limón tortilla, beber leche o agua, o bien, algunos te dirán que sigas comiendo más salsa.
Los investigadores del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM explican los siguientes remedios probados por la ciencia para quitar esa sensación.
¡No bebas agua!
Aunque el primer impulso es tomar agua para quitar lo enchilado de la boca, los expertos afirman que esto empeora el picor, pues la capsaicina (compuesto orgánico de los chiles que produce la sensación de ardor) es más parecida a un aceite, por lo cual no es soluble en agua, su estructura la repele.
“El agua y la capsaicina se llevan como el agua y el aceite. Si bebes agua, sólo conseguirás esparcir el picor por toda la boca”, describen.
Lo que sí funciona
El remedio a corto plazo se basa en las propiedades fisicoquímicas de la interacción: según los investigadores la capsaicina sí es soluble en grasa, por lo que consumir alguna sustancia con grasa calmará la sensación, por ejemplo leche, helado o yogur.
La otra solución largo plazo encantará a quienes aman el delicioso y a veces doloroso sabor de las salsas: comer picante más seguido, pues está probado cómo cierto tipo de receptores involucrados en el proceso de enchilarse (TRPV1) pierden su sensibilidad cuando se exponen frecuentemente a la capsaicina.