El primer ministro saliente de Israel, Yair Lapid, calificó el 9 de diciembre pasado al gobierno entrante de “demente” y a su líder, el mandatario electo Benjamin Netanyahu, de débil, está siendo extorsionado por sus socios más jóvenes y decididos; están creando una estructura inmanejable, un gobierno incapaz de gobernar.
Lapid consideró que los acuerdos de coalición con los nombramientos de líderes extremistas religiosos conducirán, entre otras cosas, al desmantelamiento de los ministerios de Defensa y Educación.
Lapid dijo que el gobierno del Likud se ha convertido en un socio menor de su propio gobierno. Netanyahu está en la cima de su debilidad y los extremistas están llevando al sistema a lugares inimaginables. “Están haciendo todo lo más rápido posible, tratando de normalizar la locura, para que nos acostumbremos a ella”.
Partidarios de Yes Atid, el partido liderado por Lapid, se concentraron el 9 de diciembre por la mañana en puentes y glorietas de todo Israel para manifestarse contra el gobierno entrante, con la asistencia de decenas de miles de manifestantes. Lapid señaló “no seremos ingenuos y no nos quedaremos de brazos cruzados mientras ponen en peligro el futuro de nuestro país y de nuestros hijos”. Lapid añadió: “el gobierno que se está estableciendo ahora mismo no es el gobierno de Likud ni de derecha, es el gobierno más extremista y demente de nuestra historia”.
Por su parte, Netanyahu acusó a Lapid de “difundir mentiras” sobre el gobierno entrante. Señaló que Lapid y el ministro de Defensa saliente, Benny Gantz, de negarse a aceptar los resultados de las elecciones y difundir falsos temores contra un gobierno electo por la mayoría del público.
En el contexto del dominio de elementos rabínicos extremistas no es descartable un “levantamiento popular adverso a Netanyahu y la estrecha ortodoxia que hoy lo apoya”. Habrá rechazo no solo al nuevo gobierno, también a nivel internacional. Hay que destacar que solo una tercera parte de la población de Israel es ortodoxa.
El futuro escenario de Israel podría ser religioso y fanático, el cual sería inaceptable. Son tiempos complejos para Israel porque los extremistas fundamentalistas del nuevo gobierno amenazan con avivar la violencia y el odio ciego.