Sonya Santos

Mi pastel de cumpleaños

Uno de los aspectos más distintivos y cambiantes de los pasteles de cumpleaños es la inscripción personalizada, un detalle que ha perdurado y evolucionado de maneras fascinantes.

Ayer celebré mi cumpleaños, un acontecimiento significativo al tratarse de un número redondo. Mis amigos recomendaron no compartir mi edad en esta columna por temor a ser descubiertos ellos también.

Cuando trajeron el pastel me surgió una curiosidad.

Desde tiempos inmemoriales, la celebración de los cumpleaños ha sido motivo de alegría y camaradería en innumerables culturas alrededor del mundo. Con el paso del tiempo, estas festividades han evolucionado, adoptando nuevas costumbres y dando origen a una tradición que ha dejado huella en la historia de las celebraciones: los pasteles de cumpleaños. A lo largo de los siglos, estos pasteles han evolucionado de simples portadores de buenos deseos a auténticas obras maestras culinarias. Uno de los aspectos más distintivos y cambiantes de estos es la inscripción personalizada, un detalle que ha perdurado y evolucionado de maneras fascinantes.

Los orígenes de la tradición de los pasteles de cumpleaños se remontan a civilizaciones antiguas. Los egipcios, por ejemplo, solían ofrecer pasteles planos hechos de miel y trigo en ocasiones especiales como ofrendas a sus dioses y faraones, marcando el inicio de la idea de celebrar con pasteles. En la antigua Grecia, se presentaban ofrendas de pasteles redondos con velas encendidas a Artemisa, la diosa de la caza y la luna, como parte de su culto.

La inclusión de inscripciones en los pasteles y la popularización de la icónica canción Happy Birthday to You en Estados Unidos, en 1912, marcaron el comienzo de la costumbre. Aunque las primeras apariciones de la canción no llevaron créditos y sus orígenes son variados, la versión que cantamos hoy en día fue publicada en un cancionero de 1924. Por otro lado, las icónicas Mañanitas en México encuentran sus raíces musicales en las juderías sefardíes de la España medieval. En esa época, resonaba una forma musical llamada la romanza, que llegó a nuestro país con los colonizadores, en parte, gracias a los evangelizadores. Tras alcanzar la Independencia, esta herencia musical evolucionó dando origen a las versiones actuales de las Mañanitas que todos conocemos.

Ahora, continuemos con la historia de los pasteles de cumpleaños. La transición hacia creaciones más elaboradas y ornamentadas se debe a una sinergia de influencias culturales y avances tecnológicos. En la década de 1950, se transformó por completo la manera en que se adornaban, incorporando elementos como letras, números e imágenes.

No obstante, uno de los componentes más emblemáticos de los pasteles de cumpleaños son las velitas. De manera sorprendente, la inclusión de velas también tiene profundas raíces en creencias y tradiciones ancestrales. En 1889, una guía de estilo estadounidense ya las mencionaba. Esta costumbre está relacionada con la influencia de la tradición alemana del Kinderfest, que se remonta al siglo XV. De acuerdo con esta práctica, las velas tenían un propósito protector, ya que se creía que alejaban a los espíritus malignos que acechaban a los niños en su día. Esta tradición alemana se trasladó a la Pensilvania colonial y se fusionó con las influencias de la moda británica que predominaban en la corte de la reina Victoria.

Sin embargo, les tengo noticias que podrían afectar su próxima experiencia al cantar las Mañanitas en un cumpleaños, mientras le sopla a las velitas el homenajeado. En junio de 2017, investigadores de la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur, Estados Unidos, revelaron que las personas depositan una notable cantidad de bacterias en el betún del pastel al apagarlas. Descubrieron que, en promedio, se encontraban alrededor de 14 tipos diferentes de bacterias. A pesar de ello, uno de los investigadores señaló que esto no representaba un problema de salud importante. Naturalmente, este comentario que comparto podría afectar a los más cautelosos (conocidos como germofóbicos), quienes quizás no habían considerado este detalle que marcará para siempre sus futuras celebraciones de cumpleaños. En mi caso, por ahora, decidiré pasar por alto este asunto y seguir disfrutando de tantos festejos necesarios.

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