Sonya Santos

Claudia Goldin y la revolución en la fuerza laboral femenina

El libro de Claudia Goldin, ‘Career and Family’ coloca a las mujeres en el centro mismo de la narrativa histórica de la economía familiar en Estados Unidos.

La profesora de Harvard, Claudia Goldin, ha sido galardonada con el Premio Nobel de Economía 2023, según anunció la Academia Sueca en días pasados. Su destacada labor se ha centrado en el campo de la economía de género, y su influyente libro “Career and Family” coloca a las mujeres en el centro mismo de la narrativa histórica de la economía familiar en Estados Unidos. A través de su investigación, la profesora Goldin reveló que la participación de las mujeres en el mercado laboral en los siglos XIX y XX no siguió como una trayectoria lineal. En parte, esto se debió a los cambios desencadenados por la Revolución Industrial y la evolución de las normas sociales. Por ejemplo, la participación de las mujeres casadas disminuyó durante la transición de una sociedad agraria a una industrial a principios del siglo XIX, pero luego se recuperó con el surgimiento del sector de servicios a principios del siglo XX. Estos patrones se atribuyen a transformaciones estructurales y a cambios en las normas sociales relacionadas con los roles de ellas en el hogar y la familia.

Sus estudios también muestran experiencias de las mujeres con educación universitaria, desde el siglo XX hasta la actualidad, explorando las aspiraciones que moldearon y las barreras que enfrentaron en términos de carrera universitaria, trabajo, matrimonio e hijos. Esto ha contribuido a resaltar la brecha salarial entre mujeres y hombres, evidenciando la persistencia de la discriminación de género.

La Segunda Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en esta historia. Las mujeres se vieron obligadas a ingresar a la fuerza laboral, ya que los hombres estaban en el frente de batalla. Este evento, seguido por el movimiento de liberación femenina, aceleró el cambio. Aunque las mujeres ya habían estado participando en trabajos antes de la guerra, su participación continuó creciendo en las décadas posteriores. Este proceso no estuvo marcado por una ruptura abrupta, sino que involucró cambios en las actitudes culturales, en la estructura económica y en la dinámica de recursos humanos en la industria, entre otros factores.

En un momento determinado, las labores del hogar para las mujeres no solo implicaban la limpieza y el cuidado de los niños, sino también la responsabilidad de organizar las comidas. En la década de 1950, cuando muchas mujeres ya trabajaban, los electrodomésticos modernos se sumaron a la ecuación para simplificar las tareas domésticas. La cocina de los años 50 incluía estufas eléctricas, refrigeradores-congeladores, lavavajillas, lavadoras y secadoras, así como sartenes eléctricos, licuadoras y batidoras, que ahorraban tiempo y esfuerzo.

Una consecuencia que yo encuentro a simple vista fue la popularización de alimentos enlatados, aderezos para ensaladas, helados industrializados, ‘cajitas’ para hacer pan y pasteles, que dejaron una marca duradera en la dieta estadounidense. Las mujeres se encontraron en una encrucijada, equilibrando las expectativas tradicionales de ser esposas y madres con el deseo de desarrollarse fuera del hogar y buscar una mejor economía y estimulación intelectual. Muchas de ellas tenían educación superior y anhelaban una vida más allá de las labores domésticas. La industria de alimentos preparados les ofrecía la posibilidad de llegar a casa después del trabajo y alimentar rápidamente a la familia.

Sin embargo, esta dependencia de la industria alimentaria tuvo consecuencias significativas, siendo la epidemia de obesidad actual una de las manifestaciones más evidentes. Es esencial seguir trabajando en la educación de hombres y mujeres, así como de los niños, para fomentar una comprensión crítica de sus elecciones alimenticias.

Las mujeres han demostrado su capacidad para afrontar múltiples roles y desafiar las expectativas culturales y sociales impuestas, lo que les ha permitido seguir en la trayectoria imparable de la revolución laboral femenina.

Termino con una reflexión de la propia Claudia Goldin, Premio Nobel de Economía 2023: “Si los hombres asumieran más responsabilidades en el hogar, los lugares de trabajo se estructurarían de manera diferente. Es así de simple.”

COLUMNAS ANTERIORES

Los banquetes de Enrique VIII
El recetario de cocina de Josefa Ortiz de Domínguez

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.