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Acá las tortas con historia: Así nació la tortería más antigua de la CDMX, de 130 años

Tortas Armando inició su historia en el siglo XIX, cuentan que en este lugar se inventó la torta compuesta, con sabores como pollo, sardinas, queso de puerco, lomo y agua de chicha para acompañar.

Las Tortas Armando están entre las más antiguas de la Ciudad de México, dicen que en este lugar nacieron las tortas compuestas. (Foto: Facebook Tortas Armando).

En un callejón porfiriano de la Ciudad de México comenzó la leyenda de la Tortas Armando, un lugar donde el tiempo transcurría entre los mordiscos de esa montaña de sabor resumida entre una telera y las voces tan veloces como los cuchillos afilados que sonaban: “Armando, una de lomo”, “Armando, una de jamón”, “Armando, tres de pollo para llevar”, “Armando, dos tostadas”, “Juanita, una chicha”.

Gracias a los relatos del cronista Artemio de Valle Arizpe, podemos ‘hincarle el diente’ a esa rebanada de historia: “Era un placer grande el comer estas tortas magníficas, pero el gusto comenzaba desde ver a Armando prepararlas con habilidosa velocidad”.

De Valle Arizpe mencionó su legendario sabor en un texto publicado en 1949, cuando los paladares chilangos ya inundaban el callejón, en especial estudiantes. Cuando había dinero, pedían de pollo, a 15 centavos; cuando los pesos no rendían, entonces encargaban a Armado una de lomo, de 10 centavos:

“No había para nosotros en ese tiempo manjar más regalado que ése, que tenía el incomparable aderezo del hambre”.


Las conocían como ‘Las tortas del Espíritu Santo’, quizá por su milagroso sabor, pero más porque estaba ubicada en el callejón que llevaba ese nombre. Visitado por Agustín Lara, ‘Cantinflas’, Jacobo Zabludovsky y otras celebridades.

Armando, ¿el inventor de las tortas?

Armando Martínez Centurión comenzó a vender tortas en 1892. Hay quienes lo señalan como el inventor de la torta compuesta, según su sitio web, la creó, le puso ese nombre y la vendió en el Centro Histórico, en el portal de Águila de Oro, antiguamente la calle Coliseo Viejo, actualmente 16 de Septiembre.

“Al inicio del siglo XX, se reubica en el Callejón del Espíritu Santo, actualmente conocido como calle de Motolinía, exactamente en el número 38, también en el Centro Histórico. Así fue como mi abuelo Armando, dio origen a la primera tortería de México. Armando, por ende el primer tortero del país, era también el más elegante ya que siempre vestía de traje y corbata para atender a los comensales”, relata su nieta en la página oficial.

Detrás de un pequeño mostrador, en un zaguán viejo, el hábil tortero alimentaba las teleras con rebanadas de aguacate, lechuga, lomo, queso de puerco, chipotle, queso fresco de vaca, jamón, sardinas o milanesa de pollo.

Si él la creó o no, quizá jamás se revele, pero su sazón sí se volvió una leyenda entre obreros, escritores y cualquier alma de ‘buen diente’.

El emparedado mexicano se popularizó en ese entonces, en el siglo XIX, posiblemente gracias a la difusión del consumo de trigo, según explica el historiador Jeffrey M. Pilcher en ¡Vivan los tamales!

Pilcher dice que De Valle Arizpe encontró algunas de las primeras referencias de torteros en la capital porfiriana; además, en una obra de 1899 llamada Las luces de los ángeles ya aparece un tortero como personaje y José Vasconcelos decía haber servido tortas de pollo y de sardinas en una fiesta estudiantil en esa época.

¿Dónde está la tortería más antigua de la CDMX?

Don Armando se casó con Maura Lindoro, tuvieron 6 hijos y siguieron con la tradición después de su muerte el 25 de noviembre de 1935.

Luego de una vida en Motolinía, se movieron a Humboldt 24, en 2017, justo enfrente de su local se abrió un socavón, quizá era la tierra buscando devorar un poco de su sabor; cerraron durante un tiempo y luego esa sucursal desapareció definitivamente.

Después de otro peregrinar llegaron hasta Río Nazas 64, donde sobrevive la sazón de 130 años. Hoy encuentras cerca de 20 sabores, desde la clásica de jamón con queso blanco o queso de puerco, salchicha, chorizo, huevo, milanesa, bistec, también de chilaquiles o pastor, ya no cuestan 15 centavos, pero sus precios siguen siendo amables con la economía estudiantil: de 50 a 100 pesos.

No falta el agua de “chicha” (naranja, piña y limón), “preparada por el abuelo Armando desde 1892″, donde casi podría aparecer Juanita para entregarlo, aquella callada mujer llenaba un vaso de vidrio con agua amarilla.

¿Dónde? Río Nazas 64, Cuauhtémoc, 06500 Ciudad de México, CDMX. Tienen otras dos sucursales en la colonia Del Valle.


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